Guía y consejos para visitar el Parque Nacional Natural Tayrona

Para visitar el Parque Nacional Natural Tayrona, primero se debe llegar a la ciudad de Santa Marta, ubicada en la costa caribeña de Colombia. Desde allí se toman los buses –específicamente en el mercado, dirección calle 11 con carrera 9– que se dirigen hacia la tercera entrada del parque llamada El Zaino, la más concurrida y recomendada para ingresar. El bus cuesta $7,000 COP por persona –USD $2,52– y tarda alrededor de una hora. Al bajarse, empieza la aventura.

Nuestro itinerario consistió en tres noches, cuatro días dentro del Parque. Antes de ir no sabíamos qué era necesario llevar, qué debíamos visitar, cuáles eran los precios, etc. Así que te contaremos nuestra experiencia y te daremos varios consejos para que puedas disfrutar de las playas y de los senderos a plenitud.

 

¿Qué llevar?

En Santa Marta fue donde compramos provisiones –en el supermercado– para llevar al Tayrona. La ciudad en sí no es para quedarse tantos días, pero existen ciertos lugares que puedes conocer como la Quinta de San Pedro, la Bahía y la playa de Rodadero. Aunque el centro fue donde más nos sentimos cómodos y en donde nos hospedamos.

Dormimos en La Villana Hostel, cada cama en habitación compartida con a/c y desayuno nos costó $27,000 COP –USD $9,72–. Ahí pudimos dejar nuestras mochilas grandes mientras visitamos el parque, pagamos $5,000 COP –USD $1,80– por cada una.

 

 

Dejamos todo lo que no necesitaríamos, lo único que llevamos fue zapatos (se camina bastante sobre tierra), zapatillas (sandalias), traje de baño, repelente, bloqueador solar, cámara, snacks (la comida dentro del Tayrona no es barata) y mucha agua (indispensable, pueden adquirirla adentro pero a un precio muy alto).

Creemos que no es necesario llevar carpa, ya que en cada camping puedes alquilar una a buen precio y, de esa forma, caminarás más ligero por los calurosos senderos. Tu espalda te dará las gracias al final.

 

Día 1: Camping Castilletes

A las 11:00 a.m. nos bajamos del bus y estábamos en la garita recibiendo la información de los guardaparques, una chica fue quien nos armó la ruta para las tres noches que pensábamos quedarnos allí. El costo del ingreso fue de $17,000 COP –USD $6,12–. Por ser ecuatorianos y pertenecer a la CAN (Comunidad Andina) pagamos como nacionales. Los extranjeros pagan cerca de $45,000 COP –USD $16,20–, varía según la temporada.

Para llegar hasta el primer camping se puede caminar una larga distancia por la carretera, o tomar un bus por $3,000 COP –USD $1,08– que te dejará al pie de la entrada; el recorrido del bus finaliza en el parqueadero. De la entrada nos separan pocos metros hasta la recepción y restaurante. Allí nos acomodan en una carpa con colchón, sábana y almohadas frente a la playa por $50,000 COP –USD $18,00–. El ambiente es agradable a pesar de que no se puede bañar en el mar.

Muy cerca nos quedaba el Mirador de la Sierra y el Mar. Dejamos las mochilas en un cuarto de guardaequipaje y, en el auto de unas chicas uruguayas, llegamos hasta el parqueadero, donde empezamos la caminata.

Durante el camino a pie atravesamos por debajo de unas enormes rocas. A los costados vimos algunas piedras con forma de huevo. El sitio también es conocido como el Sendero de las 9 Piedras. Tardamos 20 minutos en llegar hasta el mirador. El sendero continuaba hasta una playa que se veía imposible bañarse, por lo que preferimos quedarnos y contemplar el panorama.

 

 

 

 

Luego de retornar hasta el parqueadero, visitamos La Piscinita, una pequeña playa con mesas y sillas gratuitas sobre la arena (también cuenta con un bar), ubicada a 20 minutos caminando. Notamos que la bandera verde ocupaba un pequeño trozo de la playa donde era posible bañarse.

El oleaje puede volverse fuerte y cambian el color de la bandera a rojo, de ocurrir esto, los salvavidas no dejarán que nadie se meta. Muy cerca se halla la playa Cañaveral, no se puede nadar en sus aguas, pero brinda una gran vista hacia las Ecohab, esas cabañas que descansan en medio de la montaña cuyo costo puede compararse con el de un hotel cinco estrellas.

 

 

 

 

Al caer la noche cenamos un plato de pasta en el restaurante del camping por $16,000 COP –USD $5,76–. Aunque llovió por unas horas, pudimos dormir tranquilamente, cerramos únicamente la malla para que entrara la brisa y no morir de calor.

 

Día 2: Camping Cabo San Juan del Guía

Nos levantamos a las 05:20 a.m. para ver el amanecer, el sol fue saliendo poco a poco por detrás de la montaña. Luego de tomar algunas fotos, nos echamos una hora más en el colchón. Teníamos los pies con arena, así que decidimos acostarnos y dejar la malla abierta y las piernas fuera de la carpa. Grave error: las chitras (mosquitos pequeños) dejaron su huella en nuestra piel.

A las 07:00 a.m. armamos nuestro desayuno con la comida que llevamos y salimos a la carretera para hacer dedo hasta el parqueadero (también se puede ir a pie o esperar el bus). Nos dejaron frente a la entrada del sendero que conduce hacia Arrecifes y Cabo San Juan.

 

 

Nos esperaban dos horas y media de caminata y agotamiento, al estar rodeados de árboles, la humedad se sentía con mayor fuerza. Empapamos las camisetas de sudor. Hicimos varias paradas para recuperar fuerzas, la primera en un mirador y la segunda en el camping de Arrecifes (al día siguiente dormiríamos aquí).

Pasamos sobre un pequeño pozo donde muchos ahogaban sus zapatos (dato importante: cuando llueve mucho, el lodo crece hasta las rodillas) y, más adelante, como a 25 minutos, nos detuvimos en La Piscina. A nuestro parecer, la mejor playa del Parque Nacional Natural Tayrona. Tranquila, sin olas, con excelente temperatura y hasta antes del mediodía, con muy poca gente. Incluso ofrecen servicios de snorkeling.

 

 

 

Luego de otros 20 minutos llegamos finalmente al camping de Cabo San Juan, nos registramos para pasar la noche y nos acomodamos en una de las carpas principales, habían montones, una al lado de otra, distantes de la playa (y con la brisa lejos durante la noche). Nos costó $60,000 COP –USD $21,60–, tenía colchón pero no contaba con almohadas.

Otras opciones son la hamaca –$25,000 COP– bajo un techo grande de paja y las dos y únicas habitaciones en la cabaña de madera ubicada en una pequeña colina frente al mar (conocida como el mirador). Se puede subir sin problema y la vista es espectacular. Las hamacas allí cuestan $30,000 COP –USD $10,80– y casi siempre están ocupadas.

 

 

Mucha gente viene a pasar la noche en este camping. Los baños son pocos y en ocasiones hay que hacer fila para entrar, sobre todo en la noche a la hora de ducharse. Cuenta con restaurante donde los platos van de los $16,000 COP –USD $5,76– en adelante. Recomendación: No comer mariscos.

Las playas de Cabo San Juan son muy tranquilas y perfectas para bañarse. Se puede dejar las cosas bajo un árbol o, para mayor seguridad, hay un cuarto de casilleros gratuitos para los huéspedes (tiene un horario, luego de cierta hora en la noche, cierran la puerta hasta la mañana siguiente. Y siempre es mejor colocar su propio candado).

Es seguro, sin embargo, no hay que confiarse. Dejé mi pantalón de baño colgado de un árbol para que se secara, y cuando regresé…

 

 

Caminando otros 15 minutos se llega a una playa más desolada conocida como Media, no es posible bañarse y algunos turistas la toman como nudista, aunque la verdadera playa donde está permitido quedarse sin ninguna prenda encima, se ubica a pocos metros de distancia. En ambas está prohibido nadar, pero muchos lo hacen hasta sin ropa.

 

Día 3: Ascenso a Pueblito y camping Arrecifes

Cerca de las 09:00 a.m. empezamos el ascenso hacia el sector llamado Pueblito, donde es posible observar a primera vista casas –chozas– construidas por los indígenas Tayronas, así como terrazas y ciertas ruinas arqueológicas –aunque en menor escala que la Ciudad Perdida–.

Lo más interesante del recorrido fue caminar por encima de las enormes rocas perfectamente lisas. La mayor parte del sendero consistió en atravesar las gigantescas piedras; hubo pequeños tramos donde necesitamos de ayuda para treparlas. A pesar del cansancio, la exigencia del camino y la deshidratación (fue el lugar donde más transpiramos), nos llenó de satisfacción saber que estábamos usando el mismo sendero que utilizaron los Tayronas hace más de 500 años.

 

 

 

 

Tardamos hora y media en llegar, y aunque el nivel del sendero lo sentimos difícil, valió mucho la pena, incluso estuvimos con una señora que subió junto a su hija de 5 años. En caso de que se te acabe el agua, en la parte alta venden bebidas, al igual que artesanías.

Punto Importante: A la hora de descender, hay un camino más corto y sencillo, donde apareces directo en la Playa Nudista. El camino se lo toma al salir de Pueblito, pasando el puesto de artesanías y el portal de madera. Debes encaminarte hacia el lado derecho, si te vas por la izquierda, terminarás en la entrada de Calabazo (otra entrada al Parque Nacional Natural Tayrona).

 

 

Al regresar a la playa de Cabo San Juan, tomamos nuestras mochilas del casillero y emprendimos la marcha hacia el Camping de Arrecifes, allí pasaríamos la última noche. Este camping nos pareció el mejor de todos; grande, excelente ambiente, baños más amplios y limpios, aunque el restaurante era más costoso ($20,000 COP en adelante cada plato). Una botella de medio litro rondaba los $4,000 COP –USD $1,44–.

Dormimos en una carpa con colchón bajo techo por $52,000 COP –USD $18,72–. Esa noche llovió muy fuerte y otras personas que acampaban a la intemperie tuvieron que refugiarse, empapadas, bajo nuestro mismo techo.

Se puede visitar la playa de Arrecifes pero no es posible meterse. Cerca de ahí hay un camping muy precario que cobra lo mismo que el camping donde pasamos la noche, no confundirse.

 

Día 4: Caminata de regreso

Al día siguiente emprendimos nuestro regreso hacia el estacionamiento del Parque Tayrona. Tardamos alrededor de una hora yendo a buen ritmo. En el camino compramos guineos –banana– en un puesto improvisado perteneciente a unos niños indígenas que habitan en el interior de la montaña. El calor fue igual de intenso que el primer día, al igual que el agotamiento y los paisajes, a diferencia que logramos observar unos pequeños monos en los árboles.

 

Desde el estacionamiento tomamos el bus que nos dejaría en la entrada de El Zaino, junto a la carretera, donde debíamos agarrar el bus con destino a Santa Marta. Así nos despedíamos de uno de los mejores rincones –y playas– que posee Colombia. Es posible que con dos noches puedas recorrer, con más rapidez, la mayoría de sitios que ofrece el parque.

Otros datos útiles:

Desde el poblado de Taganga, a escasos minutos de Santa Marta, se puede ir en lancha hasta Cabo San Juan, dicen que tarda cerca de 40 minutos y la tarifa ronda los $50,000 COP –USD $18,00–.

Si ingresas por Palangana, puedes conocer otras playas pero no tienes acceso al área de Cabo San Juan y el resto del parque.

Hay disponibilidad de caballos para realizar los distintos senderos del Tayrona, pero si eres joven y viajero o viajera, camina, no seas una carga más para el animal.

Si te ha servido la guía para planificar tu viaje al parque, nos gustaría leer en los comentarios cómo fue tu experiencia. También te agradeceríamos si nos ayudas a compartirla.

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