Llevaba casi 15 de horas de viaje, tres países, dos aviones, los trastornos de la mala noche, y el cuerpo adolorido. Finalmente, el anuncio del piloto “damas y caballeros, abrochen sus cinturones de seguridad, estamos a punto de aterrizar en la ciudad de Barcelona”, o algo así… no lo recuerdo con exactitud.