7 tips para tener la actitud adecuada cuando alguien está en los umbrales de la muerte

 

La vida es un misterio, la muerte también. Así como el nacimiento de un niño o una niña es una experiencia completamente natural, así lo debe ser el de la muerte. ¿Es que no hemos comprendido que la muerte es la experiencia -o al menos una de las experiencias-, más vital de nuestro paso por la Tierra?

Debemos aprender a vivir con naturalidad de frente a esta verdad. La hermana muerte no es ningún designio fatal. Nosotros muchas veces la hemos desfigurado, debido a nuestra insensibilidad para apreciar la misma vida. La muerte no es un fin, sino un nuevo principio, una transición a un estado superior de conciencia.

Nuestra actitud frente a la muerte está en directa relación con nuestra actitud frente a la vida. 

En realidad, no importa, cuando llegue la hora de nuestra partida.  La experiencia de la muerte puede ser, no solo un hecho consciente, sino también una verdadera experiencia espiritual y aún más importante es saber que estamos preparados para vivir esa experiencia, así como saber también que habrá alguien para asistirnos. No hay nada más esencial que morir acompañado y el acompañamiento al moribundo.

A la hora de la muerte aflora realmente lo que somos. Quienes actúan con serenidad junto al moribundo, se convierten en una gran ayuda.

Los moribundos están preparados y si no emprenden del todo la partida es por el desconcierto de sus seres queridos. ¡Qué importancia trascendental, entonces, reviste la actitud adecuada en la asistencia a los moribundos!

En este artículo el Sacerdote Edgar Aguilar Camacho, Magister por la PUCE (1995), Licenciado en Teología Pastoral por la Universidad de L’Italia Septentrionale, Psicólogo y maestro por más de tres décadas en la enseñanza de yoga y meditación, nos invita a estar debidamente preparado para este momento, con el fin de convertir la muerte en una experiencia espiritual:

  1. La única manera de hacerle frente al inmenso dolor de la muerte de un ser querido es con el amor.
  2. La desesperación, el llanto descontrolado y el nerviosismo, no son buenos consejeros en ese momento apremiante. Se debe actuar con sensatez en el momento dado.
  3. El contacto físico del que habla Sogyal Rimpoché, es algo de lo que más necesidad tienen, no solo los enfermos, sino todos los seres humanos. En nuestras relaciones con los demás deberíamos usar todos nuestros sentidos: escuchar, tocar, acariciar, hablar, masajear, ver a los ojos, abrazar, besar. Todo esto es parte de la asistencia al moribundo. Si esto es necesario para quien tiene salud y vigor, es supremamente esencial cuando se está en los umbrales de la muerte.
  4. Cuando se trata de un enfermo terminal o del que está agonizando, es de suprema importancia agradecer por todo lo compartido. Dígale que se vaya en paz, que todo está bien y que se abandone a los brazos en el Dios (que cada uno crea) porque se abre un mundo nuevo, lleno de luz y paz.
  5. Siempre es mejor morir en casa, en cuanto sea posible. En casa estamos rodeados del cariño de los nuestros, mientras que en los hospitales y clínicas estamos en un ambiente frío por naturaleza. Nada de esto contribuye a crear el clima adecuado para dejar este mundo.
  6. Comunícate de espíritu a espíritu, y en el caso de la asistencia a un moribundo, la visualización del hermano o la hermana que de deja este mundo en medio de una hermosa y radiante luz y en compañía de los ángeles, es lo que en términos budistas se conoce com phowa.
  7. En la habitación o donde te encuentres, si es posible coloca un cuadro de alguna imagen religiosa al alcance de su vista, de manera que pueda mirarla y ‘comunicarse’ con ella. Esta es una ayuda muy importante. Se trata de llevar conciencia del agonizante al Ser Supremo, y la ayuda de símbolos externos es tan importante como los recursos internos del moribundo para hacer de la muerte también una experiencia espiritual.

Morir bien, rodeado de paz y del amor de los tuyos, eso en nuestros días constituye un auténtico milagro, además de una bendición incomparable.No permitas que el miedo te paralice y te impida hacer el bien.

 

¡Cuántas cosas a lo largo de la vida hacemos por nuestros seres queridos! Sin embargo, asistirlo en el momento de su agonía es una de las mayores muestras de amor por el ser que compartió su vida con nosotros.

 

 

 

⇒Tomado del libro Junto a la Muerte una brisa de esperanza, escrito por Edgar Aguilar Camacho

Denisse Espinoza