El amor, una manifestación vital para nuestro bienestar

 

Cuando leí la historia bíblica de José, un patriarca israelita, me pregunté si yo era capaz de dar semejante amor y de perdonar a mis hermanos. Es una de las historias más emocionantes de la Biblia. José se nos presenta como el hijo más amado de su padre, el hermano más odiado por sus hermanos, y como el mejor hermano de todos los siglos.

Tanto amó a sus hermanos que les perdonó el haberlo vendido como esclavo, les salvó la vida y los colmó de bienes. Su persistente integridad y su fidelidad a lo Divino trajeron bendición a toda la tierra de Egipto.

¡Cuántas veces se habla del amor! Esa palabra resume todas las riquezas del Universo. Las riquezas que consisten en experimentar un gran amor hacia los demás y hacia todo lo que hacemos, ya que el amor es nuestra naturaleza esencial, lo que despierta, da fuerzas y vivifica.

En términos de salud el amor puede contribuir a que el organismo funcione mejor porque tiene un efecto revitalizador.

Estudios científicos han confirmado que amar disminuye el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, del mismo modo elimina la ansiedad, el estrés y la depresión y fortalece el sistema inmunológico, lo cual previene la aparición de enfermedades.

La salud se recupera más fácilmente cuando hay un ambiente de amor y comprensión que rodea al paciente. En muchos casos está comprobado el efecto sanador que tiene un abrazo, una caricia.

Pero también, la mejor medicina que se puede practicar es la de controlar cada día la manera de vivir, de pensar y de sentir.

En lugar de concentrarse en la enfermedad es beneficioso estar a favor de la salud. Si el estado interior es armonioso, ningún desorden puede entrar. Reconocer que la salud es un derecho divino que fluye naturalmente en cada uno de nosotros es un poderoso manantial de agua de vida curativa.

Pienso que la verdadera forma de entender el amor trasciende los límites humanos y radica en un amor enteramente espiritual: es vivir en la presencia del Bien infinito, donde la armonía y la salud son su regla. Cuando una persona vive interiormente este amor su recuperación se acelera ya sea física o mentalmente.

La frase del Evangelio de Lucas que dice “amar al prójimo como a nosotros mismos”, no expresa en lugar de nosotros mismos o más que a nosotros mismos, sino como a nosotros mismos. Cuando uno se ama a sí mismo, está amando su ser completo, su perfección y en la medida en que vive esa plenitud de ser, el amar a los demás es completamente natural.

En el libro Escritos Misceláneos, su autora Mary Baker Eddy, se refiere al amor hacia los demás expresando: “En nuestro amor hacia el hombre, obtenemos un concepto verdadero de que el Amor es Dios: y de ninguna manera podemos alcanzar este concepto espiritual y elevarnos —y seguir elevándonos— hacia las cosas más esenciales y divinas”.

A medida que se espiritualiza el pensamiento y se reconoce la fuente de toda verdadera consciencia, se puede percibir la salud como una herencia divina establecida y mantenida por un Principio todo amoroso.

Descubre ese amor espiritual que te puede ayudar a sentirte sano.

 

 

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