Un viaje hacia la riqueza espiritual

Viajar en algunos casos implica un recorrido hacia nosotros mismos y existen destinos que conducen a una obligada espiritualidad transmitiendo una sensación de paz y quietud mental.


No cabe duda de que en Indonesia se respira una atmósfera especial, una serenidad que transmiten su paisaje, sus templos y su gente, se respira diferente.

La espiritualidad está muy apegada al pueblo. Si te detienes a admirar su paisaje, las bellas extensiones cultivadas de arroz, la jungla que los rodea y su extensa cultura con maravillosas vistas paradisíacas te sorprenderán a cada instante. No se trata de una sensación de aislamiento, sino de paz, de descanso mental. La espiritualidad, naturaleza y armonía que se respira en la isla de Bali, atraen a muchos, en busca de paz interior y relajación y este clima es ocasionado por la oración y la conexión con lo divino, como está escrito en la Biblia: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2).

¿Por qué riqueza espiritual?

Porque cada paso por sus calles, cada encuentro con su gente es motivo de una expresión sonriente, de gratitud y de alegría. A pesar de sus aparentes carencias son felices, son agradecidos. Estoy convencida de que algunas experiencias espirituales que se practican allí deben ser muy enriquecedoras.

Recorriendo los campos sembrados de arroz comprendí lo difícil que es cultivarlo y lo poco que valoramos un puñado. La espiritualidad de Bali no se expresa solo en construcciones monumentales sino más bien aparece en todos los sitios, no solo con ofrendas sino en el reflejo de las bellas cualidades espirituales que refleja su población.

¿Cómo hallar estas cualidades en cualquier lugar donde nos encontremos?

Desde la visión que cada uno tenga respecto a la espiritualidad para mí no es necesario viajar para encontrar lo espiritual.

La verdadera identidad se basa en reconocer la esencia de cada uno y la unidad indestructible con la fuente infinita. Como Científica Cristiana, tengo presente a Jesús por el ejemplo más profundo de lo que significa. Él vivió en base a su naturaleza verdadera y espiritual, y su íntima comunión con Dios. Como resultado, las personas percibían de él un profundo amor que sanaba.

En el Sermón del Monte (Mateo 5), él describe las cualidades que nos enseñan cómo vivir una vida plena con pureza de corazón, humildad y sacrificio y enseñó que “el reino de los cielos está dentro de vosotros”. Cuando se practica en el día a día, esté donde esté uno puede sentir la paz del Cristo y encontrar nuevas formas para ayudar a otros.

Una concepción generalizada suele presentarse respecto a que algunas religiones son para las personas más necesitadas, mientras que otras son influyentes con determinadas condiciones humanas (raza, color de piel, status social). Personalmente creo en una religión universal que abraza a todos por igual, como niños del mismo Padre-Madre, hechos a Su “imagen y semejanza” (Génesis 1:26). He percibido en la gente de Indonesia un espíritu natural de amor que es el reflejo del Amor divino.

El conocimiento espiritual de que el Amor absoluto reina y gobierna a su creación armoniosamente y que Él es la fuente de todo el bien bendice a todos por igual. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, amplía este concepto expresando “La Ciencia Cristiana bien entendida, conduce a la armonía eterna”, es decir al descubrir nuestra identidad real podemos lograr dominio sobre los diferentes desafíos humanos.

Llegar a esa armonía a través de la oración basada en un profundo deseo de expresar la naturaleza deifica, un esfuerzo constante de elevarse por encima de la apatía, el egoísmo, la mundanalidad y de toda especie permite percibir un canto constante de gratitud hacia el Amor infinito.

Es posible experimentar este canto sublime aquí y ahora, en cualquier sitio donde estés y sentir el amanecer de la tierra de silencio y paz en todo momento.