Plantas amazónicas para curar la sexualidad femenina

Para la medicina tradicional amazónica, la sexualidad es un reflejo de la energía divina, creadora del Universo. Esta energía circula por toda la trama del Cosmos, desarrollando distintas formas y mecanismos para manifestarse y perpetuarse. Cultiva una sexualidad sana con plantas amazónicas.


Cultivar una sexualidad sana es cultivar un vínculo sano con la vida, el placer, lo sagrado, la tierra, con nuestra naturaleza cíclica y su equilibrio dinámico. En los seres humanos, la sexualidad se manifiesta como un complemento entre la energía femenina y masculina. Por lo tanto, la sanidad de esta relación complementaria, determina también la sanidad de nuestra sexualidad.

Esto va más allá de la unión física y energética de dos seres humanos, depende también de cómo integramos la energía femenina y masculina en nosotras mismas.

Cultural e históricamente, las cualidades atribuidas a hombres y mujeres, han moldeado nuestras personalidades a los estereotipos de género. Sin embargo, si trascendemos estas ideologías, podemos cultivar la esencia de lo que realmente somos, de lo que nos hace únicas, más allá de límites o etiquetas introyectadas.

Nuestros órganos sexuales están diseñados para percibir y procesar no solo el ADN, sino también nuestra memoria vital y genealógica. Ahí radica su poder para conectarnos con el flujo inmanente de la existencia. Es por ello, que en muchas tradiciones se les conoce como “territorios sagrados y ancestrales”.

La energía femenina

 

Las mujeres habitamos la polaridad integradora de la complementariedad sexual. Poseemos el poder de procrear, anidar, entramar, cooperar y sustentar la vida. Somos fuente de vitalidad, placer, creatividad, belleza, sabiduría y fortaleza para nosotras mismas y nuestra comunidad.  Desde tiempos inmemoriales, hemos sido las responsables de resguardar el germen de las futuras generaciones y las encargadas de cuidar la biodiversidad del planeta.

Sin embargo, hoy en día, este dinámico equilibrio se encuentra alterado por diversos factores: La introyección de los valores patriarcales y su consecuente efecto des-conectivo con nuestra ciclicidad, derecho al placer y poder interno. La banalización del erotismo que nos lleva a descuidar la energía que entregamos y recibimos durante los encuentros íntimos.

Las numerosas fuentes de contaminación ambiental, lumínica y mediática. La abrumadora presencia de disruptores endocrinos en los ambientes urbanos y los productos que consumimos. La modificación genética, los aditivos artificiales y el exceso de grasa y azúcar en los alimentos.

La vida sedentaria y el ajetreado ritmo laboral, además de una educación estandarizante y asistencialista que socava la autodeterminación.

La medicina tradicional amazónica

La medicina tradicional amazónica, nacida de la mano de una práctica espiritual rigurosa hace más de 5.000 años, nos propone una mirada integral de este fenómeno.  En ella, la enfermedad se entiende como una adaptación orgánica frente al deterioro de la relación entre cuerpo, mente, espíritu, sociedad y ecosistema; y a sus síntomas específicos se los comprende como manifestaciones de un estado integral de desequilibrio y deterioro.

Nuestra vocación intrínseca de bienestar, se expresa frente condiciones vitales ingratas, y nos impulsa a vivir procesos de transformación hacia la sanidad.

Las medicinas vegetales pueden ser compañeras en estos procesos de sanación. Su genética milenaria las vuelve fósiles vivientes, llenas de alcaloides medicinales que nos ayudan a restablecer nuestro biodinamismo: reparando los estados de deterioro y reactivando nuestros mecanismos autocurativos, memoria genética, conexión con nuestra esfera de vida y la trama de la existencia.

Curación con plantas amazónicas

Pero curarnos con plantas amazónicas no es solamente obtener utilitariamente sus beneficios fitoquímicos. El vegetalismo amazónico, como ciencia vivencial, lleva milenios practicando un método curativo de comunicación con la inteligencia y la sabiduría de las plantas: la dieta vegetalista. En ella se resguardan estrictas condiciones de alimentación, sexualidad y contacto físico para poder curarnos, conocernos y transformarnos.

En las dietas se abre una puerta al autoconocimiento a través de los sueños, donde podemos conectarnos con una realidad simbólica en la que empezamos a entender quienes somos y hacia donde vamos. Observando cómo los episodios sexuales del pasado, y todo lo que implican, dejaron una huella energética en nuestro útero.

Heridas emocionales o vivencias que pueden influir en los desequilibrios energéticos que se manifiestan mediante enfermedades físicas o psicoemocionales, tener determinadas formas de percibir el mundo y/o de relacionarnos afectivamente con un otro.

Plantas amazónicas y su conexión con la energía sexual

Hay plantas que están en profunda conexión con la energía sexual en su amplio significado. Son las grandes maestras de la sabiduría femenina. La principal de ellas es la Chuchuhuasha (Monteverdia macrocarpa): cicatrizante, antiespasmódica, antiinflamatoria, antianémica, antitumoral, depuradora uterina, curadora de las memorias sexuales, activadora de la energía reproductiva y maestra de artes de partería. Esta gran doctora vegetal nos conecta con el incondicional cobijo de la naturaleza y con nuestro poder interno.

En cada organismo el deterioro de la energía sexual se manifiesta distinto: endometriosis, vulvodinias, quistes, miomas, candidiasis, depresión, baja autoestima, anorexia, tumores, resistencia a la insulina, etc. Dependiendo de ello, el trabajo de la Chuchuhuasha puede acompañarse de Ubos (Spondias mombin), Cedro (Cedrela odorata), Sangre de Grado (croton lechleri), Copaiba (Copaifera Paupera), Uña de Gato (Uncaria tomentosa), Tamamuri (Brosimum acutifolium), Capirona (Calycophyllum spruceanum), Icoja (Unonopsis floribunda) y Wasai (Euterpe precatoria), entre otras.

Cada planta y cada persona es única, y así también es diferente el sendero de transformación que ese encuentro cataliza, y que se abre desde allí.

Un tratamiento vegetalista nos otorga sanidad cuando es hecho con responsabilidad, tiempo, amor, confianza y el acompañamiento terapéutico de personas íntegras y experimentadas. Así, podemos recuperar nuestra salud y estar en condiciones de cultivar una relación sana con nuestra sexualidad; comprendiendo qué es lo que realmente nos hace bien y siendo responsables respecto a la construcción de vinculos afectivos.

Expresando el torrente de nuestros instintos, nuestra emocionalidad y nuestra creatividad de forma libre y sana. Descubriendo día a día nuestra íntima y única conexión con la naturaleza, con sus ciclos, sus milagros y misterios.

Si quieres saber más, visita www.ojodeluna.org

Este artículo fue escrito por Raquel Freire, música, antropóloga y terapeuta vegetalista junto a Valeria Ayala, cientista social y terapeuta vegetalista. Ambas cofundadora del Centro de medicina tradicional amazónica “Ojo de luna”.

Valeria Ayala