La práctica espiritual es clave para la supervivencia de la religión

Según reconoció la radio KALW de San Francisco, los resultados de la encuesta religiosa llevada a cabo por ellos “no son necesariamente válidos estadísticamente”. No obstante, reafirman lo que muchos de los estudios más científicos han sugerido durante un tiempo: La religión está en declive.


“Diría que [soy] espiritual y religioso por preferencia”, escribió uno de los encuestados, “pero varias iglesias me han traumatizado, así que la iglesia ya no forma parte de mi vida”.

“Estoy de acuerdo con muchas de las ideas y valores del cristianismo, pero estoy en contra de cualquier tipo de extremismo”, escribió otro. “Siento que las personas ‘religiosas’ son las más críticas”.

Aún así, más de la mitad de los encuestados, independientemente de su participación en la iglesia, señaló que alguna forma de práctica espiritual diaria es importante para ellos; una señal quizás, de que el tal llamado declive de la religión no es tan apresurado o tan inevitable como algunos suponen.

Una de mis prácticas espirituales favoritas como cristiano es juntarme con amigos en la iglesia todos los miércoles a la noche para escuchar un mensaje inspirador, cantar himnos, orar unos con otros y expresar nuestra gratitud a Dios por todas las bendiciones recibidas.

Hace décadas que hago esto, pero no fue hasta hace poco que me di cuenta de cuán extraordinaria es esta actividad.

¿Cuántos de nosotros podemos decir que estamos comprometidos a pasar una hora por semana, todas las semanas, para darle gracias a Dios y disfrutar de la generosidad espiritual de cada uno? Para mí, esta es la iglesia en su forma más pura, absoluta e irrefutable.

Uno nunca sabe qué se dirá en estas reuniones. A veces son cosas muy simples. Una salida familiar que resultó mejor de lo esperado. Un problema en el trabajo que se resolvió. Otras veces son cosas muy impresionantes. Como mi amigo, quien se apoyó solamente en la oración para vencer una enfermedad debilitante. O el anciano cuya vida fue salvada en la Segunda Guerra Mundial cuando la granada antitanque que cayó a su lado no detonó.

Hace poco compartí mi historia de cuando casi me pisó un auto mientras andaba en bicicleta. Jamás olvidaré la alegría increíble que sentí; no tanto por no haber sido arrollado, sino por no haber experimentado ningún sentimiento de animosidad hacia el conductor.

A veces tenemos mucho para decir. Otras, no tanto. De cualquier forma, me resulta alentador, incluso sanador, estar sentado en una sala llena de gente cuyo objetivo principal es relatar los muchos casos donde experimentaron la gracia de Dios a través de los años.

Claro que, por más maravilloso que esto sea, no significa que no esté consciente de esos momentos en que algunos de mis hermanos cristianos o yo decimos algo que suena a crítica; o cuán molesto es cuando alguien siente que hay una incongruencia entre lo que se predica y lo que se practica de parte de quienes tienen alguna religión. No obstante, puedo decir que esta ha sido la excepción más que la regla en lo que he observado en mi propia congregación en estos tantísimos años.

Puede ser que la mía sea una encuesta individual, pero es una encuesta que me ha convencido de que, a pesar de todas las pruebas de lo contrario, cualquier religión que fomente y apoye una mayor apreciación de Dios, un amor incondicional por la humanidad y un crecimiento espiritual que resulte en la curación práctica continuará progresando y prosperando.

 

 

⇒ Artículo publicado originalmente en Communities Digital News, @CommDigiNews.